Deberían los gatos,
por lo menos los gatos libres,
usar a esta ave en su dieta,
a la vieja usanza,
pero apenas miran, pasan negligentes
concentrados en otro asunto,
tal vez pensando que después
de sus siete muertes ellos también
terminarán en el Relleno de Doña Juana
esperando el día del juicio animal.Edgar Suárez Forero – aviso de terremoto
Explosión de Doña Juana en 1997
Doña Juana se llamaba, no se trata de una persona, es un ente enorme que causa miedo y náuseas
¿Por qué ese nombre?
Según Julio Salas, de la vereda Pasquilla, respondió que: “La historia de ese cerro es que allí trabajaba una bruja, era dueña de eso y se llamaba Juana. Entonces el cerro se llamó Doña Juana” (2022).
En 1997 un insoportable hedor cubrió Bogotá, muy agresivo para los ciudadanos. Como si hiciera parte de una maldición que debían soportar los habitantes del sur durante el resto de sus vidas. Fue el 27 de abril, cuando la localidad de Ciudad Bolívar despertó sin explicaciones de lo sucedido, como cuenta Gladys Manchola, quien vive en el barrio San Luis Colmena III Sector:
Esa vez vivía con nosotras mi suegra, teníamos la casita […] en un cuartico en la parte de atrás acomodábamos a mi suegra con el hermano menor de mi esposo, como la señora era adulta, pensé yo: esta señora hacia su chichí en una vasija grande, y yo decía: a esta señora seguramente se le voltió el chichí y lo regó en la cama y está oliendo mal. (Manchola Gladys, 2022)
Gladys revisó la cama y la habitación de su suegra; todo estaba en orden y limpio, pero “ese olor [era] desesperante, porque eso olía, el día que se derrumbó en la madrugada, Doña Juana” (2022).
¡Tragedia y afecciones respiratorias!
Algo parecido les sucedió a María del Carmen Umbariba, del mismo vecindario, y a Julio Salas. La primera inició su día a las 3:30 a.m., preparó su almuerzo rápidamente y salió a iniciar su jornada laboral: “Yo iba llegando, por la calle 13 comenzó un olor, como cuando uno está cerca de un botadero de basura y yo venía en el bus.
¿Pero qué pasó? Nos mirábamos todos al lado y nada. Cuando llegué a la casa me dijeron que el relleno de doña Juana se explotó” (2022). Mientras tanto Julio, quien trabajaba en la empresa Ponqué Ramo, despertó a las 4 de la madrugada a trabajar:
Yo sentía un olor como a cañería y me preguntaba qué pasaba, porque esa casa olía feo, cuando salí a coger el transporte eso era peor, insoportable. Todo el mundo [estaba] con papel higiénico en la mano, con la bufanda, todo el mundo preguntándose qué pasaba, pero nadie sabía. Pasaron varios días [en] que no se sabía que había pasado y el rumor entre la misma gente era que el relleno se había derrumbado. (Salas Julio, 2022)
Era un secreto a voces entre los pobladores de Ciudad Bolívar y otros sectores del popular y excluido sur de la ciudad: el relleno sanitario más grande del país, el único que recibía las basuras de la capital colombiana, se había derrumbado. En las siguientes páginas se precisará sobre lo sucedido en este extraño e inmenso lugar con nombre de bruja. Por ahora no perdamos de vista los suplicios vividos por algunos de los habitantes de Ciudad Bolívar.
“Y así duramos todo el año” (2022), cuenta Julio sobre la convivencia con aquel olor producto de la descomposición de los desechos de una ciudad de cuatro millones de habitantes. Complementa María del Carmen: “así con el olor fuerte, fuerte como tres meses, ya después mandaron a fumigar, decían que habían mandado a fumigar, pero eso de todas maneras el olor seguía, pues ya bajaba, pero quitarse, no se quitaba” (2022).
No se trataba únicamente del molesto olor. Las afecciones respiratorias fueron evidentes. Existe una infección respiratoria aguda que popularmente se conoce como abrazo del pato. Se trató de una epidemia de influenza que llegó al país en 1996 y tenía como síntomas fiebre, dolores musculares y jaqueca (Charles Volcy 249).
Esta tuvo incidencia en tierra caliente, sobre todo en Barranquilla. No existen pruebas de que afectara también a los habitantes de las tierras altas del país. Sin embargo, según la percepción de María del Carmen, al parecer esta virosis, o una similar, se agudizó por la contaminación del aire en el sur de la ciudad, producto del Relleno Sanitario Doña Juana (RSDJ):
Era una gripa fuerte que afectó a las compañeras del trabajo que vivían al lado de Lucero… “A mí me abrazó fue un burro porque no se me quiere quitar” ¡jajajaja!. Una gordita que vivía al lado del Lucero, decía: “a mí me abrazó un burro porque no se me quiere quitar”.
Y eso ningún remedio hacía [efecto]. Hubo gente incapacitada. Así como dicen: era parecido al COVID. Le atacaba la respiración y le lloraba la vista, todo… Eso fue fuerte en esos meses. (Umbariba María del Carmen, 2022)
María del Carmen añadió que en su sitio de trabajo ella y sus compañeras debieron vacunarse contra la influenza. Mientras tanto la opinión pública nacional develó la noticia del derrumbe apenas una semana después. Julio observó que: “por el olor todo el mundo se preguntaba. En la televisión pasó después de los 8 días. El olor era tenaz al otro día, hasta la avenida Caracas llegaba el olor” (2022).
Las protestas no se hicieron esperar, pero la sensación que dejaba entre los habitantes era de decepción e impotencia tras verse enfermos y desamparados, como lo deja ver Héctor Parra, habitante de la vereda de Pasquilla: “Eso fue tenaz y afectó a todos los alrededores. Ahí dijeron que iban a indemnizar [a] un poco de gente ¡y solo cuento! Nos hicieron llevar papeles y nada. Toda la ciudad se vio afectada” (2022).
¿Se llegaron a reivindicar las luchas de los directamente afectados y se resarcieron los males provocados?
Consecuencias legales y ambientales
En el año 2012, finalmente, el Consejo de Estado dictó una condena contra el Distrito de Bogotá(Arévalo 40) tras una demanda interpuesta por el abogado apoderado de los afectados, Guillermo Asprilla.
Las razones de dicho proceso judicial son: los daños morales sufridos en tanto a la explosión, provocó temor en los habitantes; además se vulneraron los derechos de la libre utilización del tiempo libre, la recreación y la intimidad familiar por los malos olores provenientes del Relleno Sanitario Doña Juana (RSDJ)(Arévalo 40); por último, las evidentes afectaciones a la salud.
Por demás, no se trató de un evento con causas imprevisibles. Una investigación conjunta entre la Universidad de los Andes, Sudat International, Arture Delite y Geosintec Inc. puso de manifiesto las fallas en el diseño del relleno por la ausencia de una cantidad suficiente de filtros para evacuar los lixiviados producidos al interior del relleno.
También dejo ver que otros filtros tenían un tamaño menor al previsto en los diseños originales. Otras fallas técnicas se remontan incluso a los estudios del suelo o los materiales usados para cubrir las distintas capas de desechos, entre otros errores u omisiones (Ibid., 38).
Historia del relleno de Doña Juana
Símbolo de exclusión y abandono en Ciudad Bolívar
Expusimos brevemente el caso más recordado del Relleno Sanitario Doña Juana, ahora revisemos el por qué de su existencia para así ponerlo de manifiesto como símbolo de exclusión y lastre que deben cargar los habitantes del sur de la capital de Colombia, una parte del abandono histórico que han tenido que vivir los habitantes de Ciudad Bolívar desde su conformación.
También haremos una corta referencia al presente del relleno y los habitantes de su zona de influencia, siempre de la mano de los testimonios de los habitantes de diferentes sectores de la localidad.
En los años treinta del siglo pasado a nivel internacional comenzó a desarrollarse, como una alternativa para la disposición de las basuras, la figura del relleno sanitario. Tuvo origen en Inglaterra en la década anterior y en esencia consiste en aprisionar capas de basura y cubrirlas con materiales arcillosos, tierra u otros que la apresen.
En 1954 el Ministerio de Salud Pública colombiano acogió el término con la definición dada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la cual se incluye que del relleno resultarían unos terrenos que se asientan en pocos años y sobre los cuales se podrían construir edificios, espacios deportivos, jardines, entre otros(Molano 130-31).
En América Latina este modelo se expandió en los años 70 y 80, fue introducido con mayor frecuencia durante los regímenes militares(Molano 131), de hecho, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomendó los rellenos sanitarios como la mejor manera para disponer los desechos en las grandes ciudades de las Américas(Molano 134). Con estas sugerencias, integrantes de la clase dirigente y tecnócrata de Bogotá —durante la alcaldía de Augusto Ramírez Ocampo, designado por Belisario Betancur— adquirieron los predios de la hacienda La Juana en 1983, aprovechando una baja en los precios prediales en la localidad a causa del descenso en el valor del trigo y la cebada que se sembraban en la zona (Quintero 266).
Transformación del paisaje y desplazamiento de cultivos
Según Ofelia, habitante de la vereda Pasquilla, se trataba de una bella zona de cultivo:
Ese basurero que tenemos hoy en día tiene tantas consecuencias, ese basurero Doña Juana era unos cebadales que daba gusto. Cogían la cebada, dejaban descansar el terreno un poquitín para cultivar papa, arveja o trigo, era puro trigo, el que ahora consumimos no tiene ni sabor, mejor dicho, lo que allá se cultivaba era buenísimo: la cebada, el trigo, las alverjas, la papa… (Táutiva Ofelia, 2022)
En aquel entonces los basureros que servían a la ciudad con cuatro millones de habitantes eran los de Gibraltar y el Cortijo, al suroccidente y occidente de la ciudad respectivamente(Arévalo 212). La Corporación Autónoma Regional (CAR) y la Empresa Distrital de Servicios Públicos (EDIS) realizaron un estudio en 1984 por medio del cual determinaron que debían hacerse dos rellenos sanitarios en la ciudad de Bogotá, uno en el sur y otro en el norte. En este sentido se sortearon las opciones de Doña Juana —ubicado al extremo sur de la ciudad junto a Mochuelo y Mochuelo Alto, cerca del cerro del mismo nombre— y El Codito —sobre los cerros orientales en el extremo norte de la localidad de Usaquén—.
Se determinó que se construiría únicamente en la primera ubicación(Arévalo 32). De haber tenido lugar en el norte de la ciudad, el relleno se habría construido muy cerca de las residencias de los ciudadanos de clase alta. Al parecer y según Frank Molano, cobraba mayor sentido una ubicación al sur(Molano 136), en zonas que afectaran a otras poblaciones que no contaban con el amparo de influencias políticas. Para el caso de Ciudad Bolívar los aspectos técnicos y sociales de la zona fueron secundarios. La ubicación del relleno Doña Juana no fue producto de una planificación territorial, se debió a intereses particulares avalados en los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) bogotanos (Quintero 251). De tal modo, luego de cuatro años, el alcalde de Bogotá Andrés Pastrana Arango inauguró el Relleno Sanitario Doña Juana. Se hacía el cálculo de que tendría una vida útil de 20 años(Arévalo 32).
Se inició una transformación radical del paisaje de la zona. El punto inicial que toma María Consuelo Romero en su investigación es 1985, cuando aún existían cultivos de cebada, trigo, habas y arvejas en el área en donde se construiría el RSDJ. Incluso, en la finca de la familia Zapata, que hacía parta también de lo que hoy es el relleno, pastaban rebaños de ovinos(Romero 70), así lo cuenta Héctor, habitante de Pasquilla:
Había una finca que era de las señoritas Zapatas. Ellas envejecieron y las convencieron de que vendieran sus tierras. No tuvieron la culpa, no sabían para qué era. Entonces se fueron metiendo ahí. A los vecinos los convencieron y les ofrecieron buen dinero para las tierras; empezaron a ampliar. (Parra Héctor, 2022)
Contaminación y pérdida de biodiversidad
El ecosistema de la zona ha tenido factores antropológicos que lo han empujado a un cambio extremo en cuanto a su paisaje, pérdida de su fauna, flora, contaminación de las fuentes hídricas y del suelo. Lo que en un momento fue un corredor ecológico, casa de campesinos cultivadores de la comida para las familias de la ciudad, se fue vendiendo lote a lote a los creadores del relleno, esto gracias al evidente abandono gubernamental.
El relleno inició su operación desde 1988, albergando todos los residuos sólidos provenientes de Bogotá y algunos pueblos de Cundinamarca.
Leer: IMPACTOS AMBIENTALES SOBRE EL MANEJO DE RESIDUOS SÓLIDOS
Los desechos que llegaban a las entrañas de Doña Juna carecían de una previa separación de orgánicos e inorgánicos, mezclados, apilados y apretados contra el suelo para maximizar el espacio, capaces de crear biogases de efecto invernadero como el metano, el dióxido de carbono y el sulfuro hidrógeno que contaminan el aire y causan olores desagradables para los habitantes que la circundan; volúmenes de lixiviados cargados con nitritos, nitratos, hidrógenos e incluso hierro, magnesio, sulfuro y mercurio2, metales pesados altamente contaminantes de suelos y cuerpos de agua, con una capacidad de bioacumulación y biomagnificación en las redes tróficas.
Esto no solo pone en peligro la salud de los humanos, si no, a las especies que dependen de alimentos provenientes de las aguas y a los depredadores como cusumbos (Nasua nasua) y aves rapaces.
“Los efectos ambientales que se produjeron por el deslizamiento, incluyen afectaciones en los recursos hídricos, el suelo, el aire, el paisaje y la salud pública. De acuerdo a la evaluación de gases, los índices más altos de amoníaco y sulfuro de hidrógeno se produjeron en la semana siguiente al deslizamiento. Por otro lado, estudios sobre el agua del río Tunjuelo después de la remoción de la basura muestran altos contenidos de fenoles, hierro, manganeso, sulfuros y mercurio, debido al vertimiento de lixiviados en el cauce del río”.
¡Explosiones, deslizamientos y contaminación!
Ocho años después de la apertura del relleno —en 1996— once millones de residuos provenientes de toda la ciudad ya habían cubierto 115 hectáreas que antes eran terrenos productivos. No obstante, aún no se hacían evidentes los impactos ambientales que afectarían a la población; la distancia respecto a las comunidades aún era considerable (Ibíd.).
Pero como observamos en el apartado anterior, más temprano que tarde el relleno se extendió por los aires y las aguas en el sur bogotano. En 1997 aproximadamente 800.000 toneladas de basura descendieron hasta el río Tunjuelito producto de la explosión del relleno, provocando el represamiento del agua que corría por el caudal del río.(Romero 70). En este sentido nos cuenta Julio:
[…] empezaron con máquinas a destapar ese río, se estaba formando una avalancha, era un peligro que cogiera fuerza con el Río Tunjuelito. Para que no se acumulara más agua, cogieron con máquinas y volquetas para venir a botar ahí mismo. Eso fue muy mal tecnificado, ninguna autoridad puso atención a eso; esta es la hora y nada. (Salas Julio, 2022)
Queda en el aire si realmente este fue un hecho que tomó por sorpresa a las autoridades, lo cual, como expusimos anteriormente, fue un suceso previsible según las condiciones técnicas del relleno. Durante el proceso de expansión de los rellenos sanitarios alrededor del mundo, nunca fue un secreto que este método para depositar las basuras podía provocar explosiones, deslizamientos y contaminación ambiental. Era común que los lixiviados de los depósitos contaminaran las aguas subterráneas(Molano 131). Estos eran resultado de la descomposición orgánica en el acumulado de desechos y se filtraba en el suelo.
En el ámbito local tampoco fue un secreto, según Julio Salas,
“el relleno fue muy mal diseñado desde un principio porque, recién lo colocaron, a los 3 años hubo una avalancha y al río fue a parar todo eso. ¡Se formó un mosquero! Ahora está controlado, pero sigue estando insoportable” (2022).
Consecuentemente, en 1999 el ya mencionado Guillermo Asprilla interpuso una demanda colectiva con la que buscó la indemnización de las familias damnificadas alrededor de 170 barrios del sur de la ciudad(Romero 71).
En 2007, el estudio de Romero encontró que 32 millones de toneladas de basura habían ocupado 182 hectáreas en dos décadas desde la inauguración del relleno. Para ese entonces los habitantes, especialmente de Mochuelo y Mochuelo Alto, padecían de manera clara las consecuencias negativas del relleno como la proliferación de roedores y los malos olores. Más aún, en 2005 se presentó un paro cívico de las comunidades en el área de influencia(Romero 71).
Actualidad: Relleno Sanitario
Durante toda la historia de Ciudad Bolívar, desde su conformación hasta la actualidad, han llegado asentamientos a la localidad, algunas personas en busca de nuevas oportunidades y otras huyendo de los conflictos armados que alberga el país. A su llegada crean urbanizaciones ilegales, desorganizadas, sin acueductos y demandando material de construcción como arena y arcilla que fueron y son extraídas de estas mismas tierras a través de la minería a cielo abierto.
La ciudad se amplificó a costa de la tala de árboles para construir edificaciones, las industrias llegaron con su quema de hidrocarburos, se crearon plantas de sacrificio animal sin registro INVIMA para el ganado de consumo, de lo cual, el RSDJ recibe 2.293.527 toneladas de desechos por año3, generando así la contaminación del Río Tunjuelo de manera constante por los lixiviados y residuos de la minería que se vierten en él.
“Sobre la disposición formal de los residuos, se tiene que, durante los años 2015 a junio de 2019, se han depositado 10.364.358 toneladas en el relleno sanitario de la ciudad, a un promedio entre 2015 y 2018 de 2.293.527 por año. Alcaldía Mayor de Bogotá D.C. Plan distrital de desarrollo 2020-2024”.
Leer aquí: un nuevo contrato social y ambiental para la Bogotá del siglo XXI2
Alrededor de 60.000 toneladas de tierra se vinieron abajo en 2015, una cantidad mucho menor que la explosión de 1997. No obstante, impactó a las comunidades cercanas por los malos olores, las moscas, los zancudos y algunas afecciones respiratorias. Este ha sido el segundo derrumbe reconocido de manera oficial pero las comunidades reportan que han sido muchos más(Quintero 251).
Al día de hoy, el RSDJ abarca casi 600 hectáreas cuando inicialmente eran apenas 50. Este trágico trasegar de 34 años ha dado como resultado un ambiente insalubre por cuenta de decisiones contradictorias del orden administrativo, legislativo y del ordenamiento del territorio (Romero 9).
Estudios como el de Diana Isabel Quintero demuestran que la comunidad no tiene clara la información y las decisiones que se han tomado alrededor del relleno, lo que imposibilita su participación en el ordenamiento de su propio territorio(Quintero 271). Menos aún han contado con participación sobre su propia salud y tranquilidad, pues las consecuencias de Doña Juana ya son costumbre.
Héctor, como habitante de la zona rural de la localidad, en Pasquilla, disfrutó del aire fresco y limpio durante mucho tiempo en su territorio, pero le frustra el presente ambiental de la localidad:
Uno extraña muchas cosas, por ejemplo, el aire puro que nosotros respiramos. Pero ahora cuando vaya a comenzar el invierno, empieza a llover y llega ese olor a Doña Juana. Nosotros decimos “Doña Juana está sucia hoy” [porque] ese olor es insoportable; se baja la niebla y corre la brisa; llega ese olor todo maluco. Pero según el gobierno eso es proteger el medio ambiente. (Parra Héctor, 2022)
Añade una reflexión de lo sucedido:
Las personas no pensaron que tendría tanta magnitud; pensaban que era por un tiempo y ya. Pero se convirtió en un desplazamiento forzado por las plagas y el olor. La gente no se aguantó, fue vendiendo y se fue. Así se comenzó… (Parra Héctor, 2022)
Mientras tanto desconocemos las ganancias que le produce Doña Juana a sus promotores e inversionistas; a quienes se enriquecieron con la compra de tierras y el cambio de su uso. Sin embargo, la comunidad sigue y seguirá luchando por su derecho a la ciudad, a la salud y al disfrute de su tiempo libre.
Las continuas modificaciones en el paisaje han llegado a un punto sin retorno, es decir, que el ecosistema no podrá volver a estar como en un principio, la pérdida de vegetación nativa, escasez del agua potable y disminución del bosque endémico han avanzado a ritmos acelerados que impiden la autorregulación por parte del ecosistema.
“La recuperación del ecosistema a su estado inicial no es posible debido a que existen problemas ambientales tan serios como la degradación del suelo a tal punto en ciertos lugares, la pérdida o vía de extinción de especies endémicas, los asentamientos urbanos y la contaminación a las corrientes hídricas y al suelo hacen pensar que una restauración total del ecosistema no es posible.”
Una solución desde el hogar
Sin embargo, existen acciones que pueden modificar y potenciar la vida, desde el hogar, está la solución para uno de los problemas más grandes que aqueja a los habitantes de Bogotá, el Relleno Sanitario de Doña Juana, que además tiene un límite de uso hasta el año 2023.
La solución consiste en la correcta separación y reutilización de residuos generados dentro de la casa, clasificándolos en orgánicos, inorgánicos, reutilizables y de disposición especial como las pilas o medicamentos vencidos.
Este proceso tiene el fin de generar una nueva conciencia en donde el desperdicio no coincide con el vivir saludable, ya que crea un panorama de desechos nocivos. El material reutilizable como el papel o las botellas de plástico pueden tener más de un uso e incluso se pueden incorporar a nuevas creaciones como los ladrillos ecológicos, el orgánico se puede reutilizar y reintegrar a la tierra convertido en abono como lo hace el grupo SINAMBORE en mochuelo bajo, quienes recolectan los residuos orgánicos de los vecinos y los compostan evitando que lleguen a las entrañas de Doña Juana. Además, haciendo una disposición adecuada de los desechos de trato especial se evita la emisión de metales pesados.
Leer: Planta de tratamiento de residuos orgánicos en Bogotá
Esta es una pequeña acción que nos ayuda a mitigar el impacto negativo que tiene Doña Juana para la ciudad entera, mas, es de suma importancia repensar nuestras formas de consumo excesivo que exigen cada vez más materia prima que se extrae de nuestro propio ecosistema. De esta manera le exigimos una menor producción a las industrias, salvaguardando así nuestro medio ambiente, que es, en pocas palabras, lo que nos da la vida.